(Vía: Colossal)
Es como si el infierno del Bosco o los Caprichos de Goya se hubieran salido fuera de cuadro, para condensarse en un sólo objeto. En sus ensamblajes, Kris Kuksi orquesta cuidadosamente la ópera de un mundo ostentoso, tortuoso y caótico, en el que combina y refacciona figuras de diferente origen para construir un abigarrado Apocalispsis. Dentro de la meticulosa puesta en escena -semejante a un altar- sus pulcros protagonistas (generalmente de herencia clásica) que funcionan a modo de icono religioso, empiezan a ser corrompidos y consumidos por las mil y una piezas que parecen brotar sin parar. Cual tragedia griega, estos dramáticos altares/mausoleo son el escenario sobre el cual se monta el deceso inevitable de sus deidades, cumpliéndose una profecía fatal.
«Un maestro rococó post-industrial, Kris Kuksi obsesivamente organiza personajes y arquitectura en asimétricas composiciones, con un exquisito sentido del drama. En lugar de piedras y conchas, utiliza vociferantes soldados plásticos, pequeños bloques mecánicos, torres imponentes y variados escombros para conformar sus paisajes.» (Cita original, aquí)