Hay algo en las pinturas de saunas y baños de Adriana Varejao: Corresponden a escenarios públicos deshabitados, que se transforman en testigos silenciosos de acontecimientos a los que nunca podremos acceder, ni ver; pero que se cuelan implícitamente a través de esa extraña quietud, como el eco distante de un momento silenciado, de un hecho tapiado detrás de las paredes.